*Estado de emergencia
La detención del presidente peruano Pedro Castillo —sin juez y sin defensa— propició una crisis severa en ese país.
Pedro Castillo fue un presidente elegido popularmente. Con su detención, el pueblo peruano salió a las calles para defenderlo.
El ex presidente peruano publicó una carta donde agradeció a los mandatarios de Colombia, Bolivia, Argentina y México por su solidaridad tras su destitución.
Dijo Castillo: "Pueblos jóvenes, artesanos, agricultores, maestros y clase obrera: expreso mi saludo y gratitud a Gustavo Petro, Luis Arce y a Andrés Manuel López Obrador por su identificación y solidaridad con mi pueblo y nuestro legítimo gobierno. Como se sabe, fui elegido por los hombres y mujeres olvidados del Perú profundo, por los desposeídos postergados por más de 200 años", (AFP).
Desde que asumió el mandato en julio de 2021, los grupos conservadores de Perú no dejaron nunca de rechazar la decisión del pueblo.
"Actitudes nefastas como negarme salir a los hermanos países de Colombia y México. En este contexto difícil, el sector golpista, explotador y hambreador, hoy quieren callar a mi pueblo", dijo Castillo.
Y mientras se decide su situación, el gobierno peruano declaró un “Estado de Emergencia” por 30 días en todo el país debido a las protestas contra la presidenta Dina Boluarte y el Congreso, ya que exigen la liberación del ex mandatario y la realización de elecciones inmediatas.
Durante ese tiempo, las Fuerzas Armadas podrán ayudar a la Policía Nacional para "mantener el control y orden".
"Se ha acordado declarar el estado de emergencia en todo el país, eso debido a los hechos vandálicos y violentos… Esto requiere de una respuesta contundente de parte del Gobierno", dijo el ministro de Defensa, Alberto Otálora, (Reuters, 14/XII/2022).
El ministro, agregó que la medida implica la suspensión de ciertas libertades, incluido el derecho de reunión, la inviolabilidad del domicilio y la libertad de tránsito.
México y Perú tienen una historia muy parecida, principalmente después de la colonización española.
Sin embargo —como puede verse en los hechos recientes— no es tan sencillo que “alguien del pueblo” tome las riendas de ese país.
Desde el inicio de su mandato propuso más de 60 reformas y leyes. Y todas, —absolutamente todas— fueron rechazadas por el Congreso peruano… No se aceptó ninguna.
Pregunto: ¿Cómo es posible que eso suceda en Perú, mientras AMLO en México lleva 4 años en el gobierno promoviendo reformas y leyes que han sido aprobadas a veces a la fuerza?
Es obvio: AMLO no le tiene miedo a sus opositores.
¿Cómo le ha hecho?
EL RETO SOCIAL
México ha tenido oleadas de crecimiento económico a lo largo de su historia.
Ese crecimiento nos permitió imaginar que —de manera automática— podríamos avanzar en el bienestar social, y que la equidad la podríamos “dejar para después”, junto a los problemas de la desigualdad.
Sin embargo, las causas de nuestras injusticias se han mantenido imbatibles.
Y, lo que es peor, esa imbatibilidad se incorporó a nuestros cambios económicos y políticos.
México quiere cambiar. Siempre lo ha buscado. Y en ese cambio siempre nos vemos obligados a redescubrir nuestras realidades históricas que se niegan a cambiar… No quieren cambiar.
Hoy, como ayer, las desigualdades en México siguen presentes y emergen de la economía informal y se ejemplifican en los niveles de ingreso y distribución entre las personas y las familias.
No es un problema cultural o étnico… La pobreza y la desigualdad cruzan los territorios económicos y políticos desde siempre. Y nuestros problemas se han acentuado.
El Barón de Humboldt —en el siglo XIX— llamó a México "el país de la desigualdad".
Pero esta desigualdad no le impidió a mucha gente volverse rica aprovechando las condiciones que tenían a la mano.
Hacer negocios fue visto como una palanca para circular dentro de los circuitos del poder, para alcanzar los primeros puestos y después llegar a los niveles más elevados.
Lo importante para muchos de nuestros ricos ha sido siempre estar ahí.
Ya fuera construyendo obra pública, o dándole voz a los “electores”, difundiendo la información, o impartiendo justicia… La Revolución Mexicana —transformada en gobierno— recompensó siempre esos esfuerzos.
Y así pasaron los años y las prebendas.
Con el tiempo, el Estado y sus mecanismos de organización —sus resortes— se oxidaron.
Se agotaron los repartos agrarios, porque ya no había más tierra que repartir.
Se agotó la fuerza de los sindicatos, aliados siempre a la administración burocrática —que olvidó su origen— y terminó aceptando y festejando la “alternancia” en el poder.
Todo eso surgió en medio de una ciudadanía medianamente organizada —frágil, quizá— que conocía el peso de los emprendimientos del Estado, de sus burocracias y de sus alianzas corporativas y se ligó a su crecimiento.
“Un Milagro”, llegó a decirse. Había un crecimiento económico sostenido. Una inflación bajo control. Y una asociación con la inversión extranjera.
Y así creció México en las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX, hasta conseguir un desarrollo estabilizador que se siguió explotando políticamente durante mucho tiempo.
El crecimiento económico reclamaba sacrificios. ¿Quién estaba dispuesto a pagarlos?... Nadie.
RICOS Y POBRES
Pero alguien lo pagó.
Lo pagaron los mismos grupos de siempre: las masas pobres más vulnerables; los grupos con menor organización política y económica; los grupos sociales peor pagados; y la informalidad muy pronto incorporó a nuevos campesinos y obreros empobrecidos.
Y entonces hubo que cambiar. Nos volvimos exportadores de bienes industriales y nos empezó a engullir la globalización.
El mercado se convirtió en nuestro dispositivo de aspiración. Y entendimos la bárbara introducción de la competitividad, como receta mágica para la economía.
La economía y el dinero llegaban juntos… Y nunca entendimos el verdadero origen de la riqueza.
Hay un rumbo que se debe seguir… Pero hoy está asediado por la confusión.
LA CUEVA DEL DELFÍN
Rico con pistola, precavido… Pobre con pistola, delincuente… Rico en el prostíbulo, busca placer… Pobre en el prostíbulo, busca a su hermana… Rico leyendo el periódico, intelectual… Pobre leyendo el periódico, busca trabajo… ¿Así o más claro?
¡Vientos huracanados!, si no me mandan a controlar Perú nos veremos por acá el próximo sábado...
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