En México hay un dicho popular que dice que caballo que alcanza gana y eso es lo que acaba de ocurrir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, proceso electoral que acaparó la atención de casi todo el mundo y que en México puede acarrear cambios para el presidente Andrés Manuel López Obrador, por su lejanía con el virtual nuevo presidente norteamericano Joe Biden.
Pero curiosamente para la mayoría de los mexicanos el advenimiento al poder norteamericano de los demócratas siembra otras expectativas, porque conocen la forma en que López Obrador se entregó a los brazos del perdedor y repudiado Donald Trump.
El mundo sabe del poderío económico del sector empresarial norteamericano y del daño o beneficios que puede llevar a las naciones, pero nadie como México y Canadá, sus vecinos territoriales, resienten o aprovechan más las políticas que adopten los presidentes en turno.
Y es ahí donde lleva su pecado el mandatario mexicano con la agresiva política energética con que está retando a los estadounidenses, lo que puede traer graves consecuencias desde el mismo momento en que Biden tome las riendas de la nación más poderosa del mundo.
Así las cosas, el caballo demócrata alcanzó al republicano que arrancó con una delantera incipiente que llevó a Trump a cometer el mismo error de celebrar con actitudes fingidas, sin asimilar que los efectos de la más brutal de las pandemias de los últimos cien años puso a prueba a los mandatarios que, por sus groseros errores contra el pueblo que gobiernan, están pagando las consecuencias.
Esta nueva historia que se comienza a escribir con el triunfo de Joe Biden, quien además inyecta el novedoso ingrediente de que tendrá en la vicepresidencia a una mujer, despierta nuevas expectativas en el mundo, pero sobe todo en México, porque a López Obrador todavía le faltan cuatro años de gobierno.