Cuando Gaby Fajardo y su hijo Gerard, de cinco años, cruzaron a escondidas la frontera entre Estados Unidos y México cerca de Brownsville, Texas, el mes pasado, podrían haber continuado su viaje a Estados Unidos sin ser detectados.
Sin embargo, se entregaron a las autoridades con la esperanza de un nuevo intento de asilo después de que se rechazara una solicitud inicial. En lugar de escuchar su afirmación, la Sra. Fajardo dijo que agentes fronterizos la llevaron a un centro de detención hacinado en Donna, Texas.
Sin familia ni conexiones la Sra. Fajardo y su hijo terminaron en Tijuana en un refugio abarrotado.
Los miles de migrantes que son deportados a Tijuana, mexicanos y de otras nacionalidades, enfrentan condiciones cada vez más peligrosas. Con los albergues ahora llenos, muchos terminan viviendo en las calles.
"Se trata de personas que a diario son deportadas de Estados Unidos hacia Tijuana sin ningún apoyo humanitario” dijo José Luis Pérez Canchola, director de atención al migrante en esta ciudad.
Un portavoz de la Patrulla Fronteriza reconoció que los migrantes arrestados en el Valle del Río Grande estaban siendo enviados hacia otros lugares a lo largo de la frontera.
"Esta no es una migración laboral -afirmó Pérez Canchola- se trata de gente que viene huyendo del centro y sur de México y de Centroamérica por la violencia de grupos criminales dedicados al narcotráfico, al tráfico de personas, al secuestro y en el caso de países como Honduras miles de familias están huyendo de los Maras, pandillas que se dedican a extorsionar bajo amenaza de muerte a pequeños comerciantes, al igual que cobran piso por viviendas familiares e incluso por templos religiosos para dejarlos funcionar”.
Pérez Canchola ha estado involucrado en temas migratorios desde la década de 1970 y dijo que lo que está sucediendo en Tijuana pocas veces se ha visto en el pasado.
“Ahora se trata de Miles de familias con niñas, niños y bebes que llegan deportados o vienen del sur en condiciones de alta vulnerabilidad. Sin duda, estamos ante una crisis humanitaria a lo largo de la frontera”.
En el caso de Gaby Fajardo y su hijo, gracias a la ayuda de amigos, lograron regresar de Tijuana a Matamoros, donde piensa esperar noticias sobre su solicitud de asilo.