A la opinión pública:
El cuatro de agosto pasado, una mayoría de mis pares me designó como magistrado presidente de este tribunal. En su momento agradecí esa designación, por lo que expresé mi compromiso para seguir protegiendo y promoviendo la labor de este tribunal constitucional.
En las palabras que emití en esa ocasión, enfaticé la necesidad de fortalecer la independencia judicial, así como el papel fundamental que juega el tribunal como garante de una democracia igualitaria e incluyente.
Sobre todo, en esa ocasión, enfaticé la importancia de la colegialidad de este órgano, no solo porque la colegialidad y pluralidad fortalecen las decisiones que emitimos, sino porque solo de forma colegiada podemos hacer frente a las presiones externas que amenazan la independencia de este máximo tribunal en materia electoral.
Reconozco, sin embargo, que la decisión de designarme como presidente de este tribunal —si bien, mayoritaria— fue tomada en ausencia de dos magistraturas que integran el pleno de la Sala Superior, el magistrado Vargas y la magistrada Soto.
Un órgano jurisdiccional colegiado debe cuidar siempre que en sus decisiones participen todos sus integrantes. Pero, además, es una regla clave de la democracia que los procesos legitimen el resultado; y eso se requiere en la elección de un nuevo presidente o presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En esa voz colectiva del tribunal se afianza nuestra autoridad y nuestra legitimidad.
Esa voz colectiva estuvo mayoritariamente presente cuando se tomó la decisión de designarme como presidente, sin embargo, no estuvieron presentes todas las magistraturas, de forma que ejercieran su voto.
La presidencia tiene que nacer del amplio consenso de quienes integran al tribunal, y de un proceso que incluya las voces de todas las y los magistrados del pleno.
Desafortunadamente esto no se dio así en la sesión pasada, lo cual no es sino una muestra más de que el tribunal electoral pasa por una situación en la que es necesaria la reconciliación.
La crisis en la Sala Superior del TEPJF es el resultado de una cadena de acontecimientos que han puesto a prueba la independencia e imparcialidad de este tribunal. Cuando en el debate entre jueces y juezas se da la menor sospecha de que existen injerencias de intereses externos, ese diálogo entre juzgadores para la
construcción de mayorías y consensos se torna casi imposible.
Me toca estar a la altura de mi tiempo; me toca incidir en la reconciliación y la concordia interna. Para ello, voy a dar un paso a un lado, para que el tribunal pueda caminar hacia adelante.
Declinaré presidir este tribunal constitucional para que, en un proceso claro y transparente, entre todos y todas las integrantes de este órgano podamos elegir a quien lo presida.
Este proceso forma parte sustantiva de nuestra independencia judicial, por lo que espero, deseo, que este paso que tomo hoy sirva para fortalecer a esta institución y para que se encuentre a la altura de lo que el Poder Judicial de la Federación y México merecen.
Hago un llamado para que trabajemos de la mano por fortalecer esta institución. Es la hora de la independencia judicial, es la hora de ser árbitros creíbles para todos, es la hora de reconciliarnos a través del derecho y la impartición de justicia.
Lo que propongo es ver hacia el futuro y abrir el debate, así como hacer uso de la deliberación para que el TEPJF pueda contar con un mejor andamiaje regulatorio en su toma de decisiones. Parte de los conflictos internos que hoy tenemos están asociados a la falta de reglas claras en la administración y en la toma de decisiones.
Lo que propongo es la creación de una comisión de reconstrucción institucional que tenga como objetivo una revisión de los procesos y la emisión de reglas claras respecto del gobierno interno del tribunal, que fortalezca las reglas de colegialidad y, sobre todo, que contribuya a fortalecer la independencia judicial, alineando nuestros objetivos a la reciente reforma judicial.
Mi compromiso es con el bien público, con el fortalecimiento del Poder Judicial y con el del andamiaje electoral.
Es por estas razones que presentaré mi renuncia a la Presidencia que emanó de la sesión pública del pasado 4 de agosto.
Reyes Rodríguez Mondragón
Ciudad de México, a 9 de agosto de 2021