Además de ofrecer protección contra los problemas intestinales, el calostro actúa como un laxante que permite que tu recién nacido defeque con frecuencia.
Esto le ayuda a vaciar los intestinos de cualquier cosa que haya ingerido durante su estancia en el útero, en forma de meconio, que son unas heces oscuras y pegajosas.
Al defecar con frecuencia, también se reduce el riesgo de que el bebé sufra ictericia.
El bebé nace con unos niveles elevados de glóbulos rojos, que llevan el oxígeno a todos los rincones de su cuerpo.
Cuando estas células se descomponen, el hígado ayuda a procesarlas, creando un subproducto denominado bilirrubina.
Si el hígado de tu bebé no está lo suficientemente desarrollado como para procesar la bilirrubina, se acumulará en su sistema, provocando la ictericia.
Las propiedades laxantes del calostro ayudarán a tu bebé a expulsar esta bilirrubina con las heces.