“Urge cambiar perversa dinámica”
En México, el pueblo tiene más miedo a los policías que a la delincuencia, afirmó el fiscal General de la República mexicana, Alejandro Gertz Manero, al señalar que el verdadero germen y el origen de la criminalidad se encuentra en los robos que se cometen a diario en todas y cada una de las comunidades del país.
En un texto elaborado para el periódico La Jornada, publicado el lunes pasado, el alto funcionario del gobierno mexicano, del cual es autónomo, de acuerdo con la nueva norma legal de este país, advierte que por lo anterior es absolutamente indispensable plantear e impulsar con urgencia un nuevo marco jurídico que sancione el incumplimiento o la negligencia de los policías y de sus jefes.
Además, Gertz Manero considera que para fortalecer la defensa de las víctimas, los mecanismos de aplicación de extinción de dominio y del seguramiento de bienes del ofensor, deben ser absolutamente impostergables y ejecutivos y, en los casos en que esto no se pueda lograr, los mínimos de reparación del daño para los más desamparados debe asumirlos la autoridad.
Para ello, añade, serán suficientes los fondos de los aseguramientos al narcotráfico y a la delincuencia organizada.
Explica en su documento que en el caso específico del robo, que impacta a la inmensa población más pobre y desamparada del país, ahí, el daño social es verdaderamente abrumador, ya que más de 20 millones de víctimas anuales sufren pérdidas por robos.
A mayor abundamiento, el Fiscal General de la República asegura que en cada evento delictivo, por cantidades que no superan los 10 mil pesos, y ello constituye el factor más agresivo, disolvente y pernicioso en contra de esas grandes mayorías, a las que tal despojo les significa la pérdida del dinero que necesitan urgentemente para su alimentación o supervivencia cotidiana.
Especifica que la insensibilidad o el desprecio a la importancia y magnitud de esos daños irreparables, que sufre una comunidad tan indefensa, es intolerable y, por esa razón, los primeros responsables, que son los policías que se coluden con los ladrones,
junto con las autoridades locales, que reciben los beneficios espurios de esos atracos o que le dan la espalda a esa realidad que todos conocemos, deben recibir un castigo inmediato y ejemplar, si es que se quiere cambiar esa dinámica tan perversa, que es verdadero origen de la escalada criminal que ha azotado al país.
Se refiere también a los ladrones reincidentes y sugiere que a quienes se les pueda comprobar ministerialmente dicha agravante, así como a los grandes saqueadores del país, se les debe sujetar a prisión preventiva obligatoria para así acabar con la llamada puerta giratoria que ha multiplicado la delincuencia permanente y repetitiva, así como consecuente victimización creciente en el país.