*Nada, ni nadie sobre la Constitución

Desde hace ya mucho tiempo existe una presión constante y legítima de nuestra sociedad actual de vivir en un Estado de derecho, que pesa sobre el legislador, el gobierno y los jueces, en el sentido de que en un contexto democrático no puede tolerarse que alguna ley inconstitucional sea rectora de la vida social.

El Estado de derecho tiene su razón de ser en el imperio de la ley como una expresión de la voluntad popular, y con ello el sometimiento de todos los poderes a ella y a la norma fundamental del Estado para la eficaz protección, realización y disfrute de los derechos y libertades de las personas.

El respeto a la Carta Fundamental, la vigencia plena de la supremacía constitucional es lo que imprime validez a todas y cada una de las normas de que está compuesto nuestro ordenamiento jurídico y los actos que de ello derivan, lo que significa que sólo un control constitucional eficaz permite la existencia del Estado de derecho.

La Constitución, por tanto, es la norma suprema que se alza como paradigma fundamental al que deben someterse todas las otras normas; la Constitución no puede sino estar como referente único e insuperable de toda legitimidad y legalidad en el país, a riesgo, incluso, de perder su cualidad de norma de referencia fundante y origen de creación institucional.

A ella debe ajustarse y someterse toda otra norma que se genere dentro de su ámbito general de aplicación, pues de la Constitución deriva todo el marco normativo, incluso, desde luego, los tratados internacionales, incluyendo los de derechos humanos, y por ello la Constitución no puede en ningún caso perder su preeminencia sobre cualquier otra norma. Nada, ni nadie sobre la Constitución.

Sobre la maestría subrayo que a nivel internacional, en términos de la búsqueda de la igualdad sin discriminación por sexo o género, y en la postura de los principales organismos internacionales (como la ONU, la CEDAW, la OCDE y el Banco Mundial, entre otros), existe consenso en el sentido de que uno de los mejores caminos hacia la igualdad y el desarrollo se encuentra, precisamente, en la educación.

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